Susana Vargas Cervantes estudia las intersecciones entre género, clase y tonalidades de la piel y es autora de "Mujercitos", publicado por Editorial RM en 2014.
¿Cuáles son las limitantes del uso activista de la palabra queer en México? ¿Qué términos debemos utilizar para generar un amplio movimiento de sexualidades periféricas?
El matrimonio igualitario no asegurará, por sí solo, una sociedad igualitaria. Para lograr en verdad un futuro igualitario debemos superar la dimensión jurídica del debate y centrarnos en la transformación real de la estructura económica.
En México, para las travestis provenientes de sectores socioeconómicos de menores ingresos, la reapropiación de este término ha representado una forma de oponerse a la marginación histórica de sus comunidades.
Términos como “maricón”, “jota”, “mayate” y “chacal” evidencian la asociación que la cultura popular ha establecido entre homosexualidad y estigma social. Comprender su raíz es comprender su vínculo con la desigualdad.
Más que simple sustantivo, el vocablo “gay” en México tiene un registro de clase: denota al homosexual de clase media que cuenta con capital cultural, poder adquisitivo y capacidad de movilidad social.
El tipo de discriminación que predomina en México es el resultado de una compleja interacción entre unas ciertas características personales, como el tono de la piel, y un conjunto de factores sociales, económicos y culturales.